Acerca de la violencia

Hablar de ‘violencia’ en general, sin distinguir las condiciones
que diferencian la violencia reaccionaria de la revolucionaria,
es equipararse a un filisteo que reniega de la revolución,
o bien, sencillamente, engañarse uno mismo
y engañar a los demás con sofismas.
Vladimir Lenin: La Revolución Proletaria y el renegado Kautsky.

Corren tiempos de profundos cambios sociales, cae sobre toda la trabajadora una serie de prejuicios y apelativos morales para detener su paso, tratando así de crear confusión para el movimiento obrero y justificando a sus dirigentes que no están dispuestos a llevar al movimiento hasta sus últimas consecuencias, por otro lado escuchamos a diario todas estas lamentaciones sobre la “violencia”, que buscan también estremecer a la pequeña burguesía, haciendo que esta corra hacia los brazos del “estado de derecho”, siempre armados de cárcel, tortura, desapariciones y otras delicadezas por el estilo.

El significado de la palabra violencia

Antes de abordar el significado de la violencia en un sentido histórico, resulta útil recurrir a su significado formal, el significado reconocido por el mundo de los sabios moralistas y críticos de la lucha de clases, donde podemos apreciar que hasta en el terreno de lo formal es más que visible el sentido hipócrita y reaccionario en que se utiliza esta palabra en contra de las luchas de la clase trabajadora.
Según el diccionario de la Real Academia, la palabra violencia tiene, entre otros significados, “la acción contra el natural modo de proceder”, “acción de violentar”, la palabra violentar a su vez significa “aplicar métodos violentos a cosas o personas para vencer su resistencia”, otro significado es “entrar en una casa u otra parte contra la voluntad de su dueño”. Bien, vayamos por partes, respecto al primer significado es claro que en un sentido histórico (salvo en el comunismo primitivo) nunca ha existido un “natural modo de proceder” para la sociedad en su conjunto, si consideramos que la forma de actuar o proceder de un individuo está en completa relación con la manera en que produce y reproduce su existencia, en otras palabras, la forma en que obtiene sus medios de vida, veremos que desde la división de la sociedad en clases sociales no ha existido un “natural modo de proceder”, en todo caso, a grandes rasgos lo que tenemos son “dos modos sociales de proceder” o dos formas de producir y reproducir la existencia.
Durante el esclavismo, el natural modo de proceder era trabajar para el amo sin ningún tipo de compensación exceptuando la más elemental de las comidas, vestimenta y chozas, todo esto desde su nacimiento hasta su muerte, es cierto que existían algunas variantes para salirse de este ciclo, sin embargo la forma más natural de proceder era esta, no obstante, lo más normal para otro sector de la sociedad no era el trabajo sino la existencia a partir de la apropiación de la riqueza del trabajo esclavo.
La conclusión es que tenemos dos modos de proceder, por un lado, el de la clase que vive de su trabajo en constante explotación y, por otro lado, una clase que vive de la explotación del trabajo ajeno, esta es la historia desde el esclavismo hasta nuestros días. Entones lo que nos queda es que: violencia es aquello que rompe con “lo normal” tanto para una clase como para otra, y si lo normal para el sistema capitalista es la explotación de millones de trabajadores, todo aquello que rompa con esta explotación es violencia, por lo tanto las revoluciones que son una ruptura con el modo normal de proceder de la clase capitalista no son más que simple violencia. Esta visión esquemática basta para asustar a más de un pequeño burgués, aunque nos queda claro que se le llame como se le llame al cambio revolucionario dirigido a eliminar la explotación de una minora parásita sobre el conjunto de la sociedad, estamos dispuestos a impulsarlo con todas nuestras energías. Sobra decir que aunque el capitalismo sólo significa miseria, barbarie y horror sin fin, es un hecho indiscutible que los capitalistas no estarán dispuestos a dejar sus enormes privilegios, es decir, su “normal modo de proceder”. Para cambiar a este sistema es preciso “violentar” o “romper la resistencia” que opone la actual clase dominante para ser sustituida por un sistema racional. La condición para una sociedad racional como el socialismo pasa por la expropiación no sólo de los inmuebles de la burguesa sino fundamentalmente de los medios para producir la riqueza, los medios de producción, y aunque a este acto de socialización se le llame “violentar” no por ello pierde su carácter progresista.

El fin y los medios

Hemos oído a muchos pseudoizquierdistas pronunciarse a favor de las demandas de los trabajadores y en todo coinciden: mejores salarios, salubridad, empleo, educación, etc., todo lo que es bueno para los trabajadores, siempre y cuando no se atrevan a tratar de conseguirlo por medio de huelgas, paros, manifestaciones, plantones, barricadas, asambleas populares, es decir, con violencia.
Por supuesto que esto no es más que una burda ilusión, Marx decía que la lucha de clases es en última instancia la lucha por la plusvalía, y por lo tanto el pretender que la clase burguesa, sin más peticiones que las buenas maneras, solucione los problemas de la clase trabajadora es una utopía, porque es esta clase la que vive de las carencias de los trabajadores.
En este sentido la burguesía tiene claro que su fin último que es elevar constantemente su tasa de ganancia, para ello requiere de determinados medios, lo importante para ellos no es si estos medios son rudos o amables, si se ven violentos o pacíficos, lo importante para la burguesía es que sus medios se adecuen a su fin último.
Estos medios van desde maniobrar con las burocracias sindicales para reducir el salario, instalar en el Estado a sus representantes para que apliquen medidas cada vez más feroces contra los trabajadores, reprimir las huelgas y manifestaciones mediante la policía y el ejército, sancionar moralmente en la misa dominical, la prensa y las universidades. Mirado de cerca, la burguesía ha desarrollado en su conjunto un sistema de dominación, o sea de violencia, contra la clase trabajadora y el manto intocable con que cubre esta violencia y santificada rutina es el llamado estado de derecho, la moral y la nación.
Bajo estos tres pilares, la propiedad privada encuentra su mantenimiento, a partir del estado de derecho se puede asesinar al que no tenía nada que llevarse a la boca y tuvo que robar en un supermercado, o se puede perseguir como delincuente común al vendedor ambulante que hace merma en las ganancias de las cadenas comerciales, se puede asesinar al campesino que pide condiciones dignas para producir y vender su producto, puede refundirse en la cárcel al desempleado que no pudo pagar la hipoteca, o pueden morir de enfermedad miles de trabajadores por no tener seguridad social, para la burguesía, toda clase de violencia es adecuada para mantener el estado de dominación.
Por nuestra parte, los trabajadores debemos oponer a este sistema de violencia organizada métodos de lucha que respondan en primer lugar a nuestros intereses, a nuestros fines, que es luchar contra la explotación de los capitalistas y la construcción de una sociedad socialista. Pero una vez más las armas que utilicemos tendrán que ser no las que moralmente nos convenzan más, sino las que la dinámica de lucha de clases nos imponga. Si aceptamos nuestros fines aceptaremos los motivos para llevarlos adelante, todo lo demás, no son más que vacías ilusiones.

El poder de la clase obrera

No es la primera vez que hemos oído de lo poderoso que es el Estado y sus cuerpos de represión, sin embargo todos los asustadizos pierden de vista el auténtico poder de nuestra clase.
La violencia presupone ciertos elementos, como la técnica, la disciplina, sin embargo el más importante de ellos son los medios materiales para llevar adelante la violencia, es decir las armas, es un hecho por todos conocido que las mejores armas son reservadas para uso exclusivo del ejército y que no cualquiera puede adquirir, un avión de guerra o un buque militar, el monopolio de las armas está en manos del Estado capitalista y del imperialismo en particular. Sin embargo toda esta aparente fortaleza pasa previamente por la clase trabajadora, una huelga en las comunicaciones, en los medios de transportes, en las fábricas de municiones, en las fábricas de uniformes, en la fábricas de aviones y carros, pondrían en jaque inmediatamente no sólo la violencia en pequeña escala contra la clase trabajadora, sino que detendría la guerra imperialista, el verdadero poder en la sociedad no reside tanto en la violencia como en el control de los medios de producción que son la base material de toda la sociedad.
Claro que para mantener su control se requerirá cierta dosis de violencia, sin embargo sería inversamente proporcional al grado de organización del conjunto de la clase trabajadora.
Por lo tanto, para los trabajadores no es un principio la violencia por sí misma para llevar adelante nuestras luchas, aunque hemos visto que la clase realmente violentada es la nuestra, no renunciamos a ningún método de lucha a priori, el método que utilizaremos será el que más se adecue a nuestros fines, la huelga general, la movilización masiva en las calles, la insurrección, etc.
En última instancia hay dos clases de violencia: una revolucionaria y una reaccionaria, nos oponemos de forma decidida a la violencia que implica la guerra imperialista, la violencia que mata de inanición a millones por todo el planeta, e impulsamos la violencia revolucionaria de los trabajadores del campo y la ciudad contra un sistema podrido, la historia no se detendrá ante el pacifismo, por lo tanto nuestro deber es organizar las armas necesarias que darán paso a un sistema superior en la sociedad.


Estado de ánimo: Superlativo
Escuchando: Los grillos de la noche


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