Lù
En medio de una calle sembrada de teléfonos mas allá de Marte y sus lunas y de la lluvia que enverdece los sueños de los árboles planeamos una taza de café, charla y miradas con poemas incluidos. Ahí entre edificios y ciudades atravesando bares muros y telarañas de cables. En un lunes que parecía sábado, no ¡domingo! Largo, lluvioso, interminablemente triste de tedio ahogado de horas mirando a la ventana derrochando mi amor al abandono.
Como antes de nacer poeta balbuce en larga inocencia tu nombre, soñando con el nervioso junteo de tus muslos mandato de Dios y sus burdos escribanos. Esa noche la mea constelada por botellas; bebiéndome la promesa de bajarte la luna (te bebía, te humeaba / te soñaba) Entraste: – ven sígueme- dijiste atravesé el mar del bar atado al hechizo/embarcadero de tu cintura. Y tu solita en un rincón /en tu rincón/ dejaste caer el vestido y un humo se perdió dentro de cuerpo en un quejido apenas perceptible. Anidados en un paraíso comiendo de un fruto extinguido estableciendo con una sola acción entre muchos poemas, entre todos los poemas la indeferencia, la diferencia / la existencia mientras con tu voz saturada de metales por el auricular me decias: -me voy a enamorar de ti.
Estado de ánimo: auditivo
Escuchando: el inconfundible sonido de la línea cortada