Fetichismo de la mercancia
Marx observó, que las mercancías en la sociedad capitalista, representan algo más que acumulación de riquezas o trabajo humano abstracto; descubrió que las mercancías, ocupan un lugar central en la subjetividad del hombre. Las mercancías, independientemente de su valor, aparecen en el modo de producción vigente, con cualidades metafísicas y atributos teológicos que, paradójicamente, aunque éstas son creadas por el hombre, de una u otra manera lo gobiernan. La importancia de la mercancía en la economía política y en la subjetividad es tal, que precisamente Marx empieza con ella el estudio de la sociedad capitalista.
Subjetivamente, “(…) las relaciones entre unos y otros productores, relaciones en que se traduce la función social de sus trabajos, cobran la forma de una relación social entre los propios productos de su trabajo (…)” (p.37) Esta relación, se presenta como algo natural e intrínseco de la mercancía. Lo que el hombre crea con su trabajo e imaginación, sufre una transformación “(…) donde los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y relacionados entre sí y con los hombres (…)” (p.38) como en el mundo religioso. Esto precisamente es el fetichismo de la mercancía.
La pregunta que surge entonces es ¿Cómo es posible que en el modo de producción capitalista, se creen las condiciones precisas para dotar a los objetos de poderes sobrenaturales? Marx nos dice, que la división social del trabajo que impera en el modo burgués, “no se basa en el hecho de que los obreros cambien entre sí sus productos individuales” sino sus trabajos privados independientes entre si. Por lo que la relación social que se establece en el mercado, no es entre individuos cualitativamente distintos; muy al contrario, es entre individuos abstractos sin ningún valor. “(…) Por eso, ante éstos, las relaciones sociales que se establecen entre sus trabajos privados aparecen como lo que son: es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos, sino como relaciones materiales entre personas y relaciones sociales entre cosas. (p. 38). Por lo que:
“El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente, en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un producto material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de de sus productores” (p.37)
En otras palabras, las relaciones de trabajo producen individuos independientes entre si, pero como el ser humano es un ser social por naturaleza, suple esta carencia que se da en la división social del trabajo capitalista, con la ilusión de que las mercancías se relacionan entre ellas.
Sin embargo, las relaciones entre mercancías son una ilusión fetichizada ya que derivan de las relaciones sociales que los hombres establecen entre sí. Y al mismo tiempo, esta fetichización encubre las relaciones de explotación.
Bibliografía
K. Marx, el capital, Tomo I
Estado de ánimo: Objetivo
Escuchando: Manuel García - Bufón