De la manufactura a la gran industria
La creciente creación y circulación de mercancías del periodo artesanal, dio paso al taller manufacturero, es en este donde se crea la base para la producción industrial. Su desarrollo logra entre otras cosas; reducir el tiempo de trabajo socialmente necesario, perfeccionar la división social del trabajo, emplear la manufactura combinada, la cooperación simple y el perfeccionamiento de herramientas. (Ver, p.280-282) A pesar de estos logros, la producción manufacturera presentó dos problemas para el capitalista; por un lado, la creciente división del trabajo creó obreros especializados pero renuentes a la explotación. Y por otro, “la manufactura no podía abarcar la producción social en toda su extensión, ni revolucionarla en su entraña(…) Al alcanzar cierto grado de desarrollo, su propia base técnica, estrecha, hízose incompatible con las necesidades de la producción que ella misma había creado” (p.300). Ya Marx en el prólogo de la contribución a la crítica de la economía política nos había señalado que: “al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales entran en contradicción con las relaciones de producción existentes”. Estas relaciones se convierten en trabas suyas. Abriéndose así una nueva fase de revolución social.
Para superar estas contradicciones, la producción manufacturera tuvo que transformarse en “industria maquinizada”. No obstante, esta transformación fue paulatina y ocurrió conjuntamente, a la creación de talleres, lugar donde se desarrollaron y perfeccionaron gradualmente las máquinas. Este perfeccionamiento es no sólo un logro histórico, es al mismo tiempo, un nuevo modo de explotación; en el que ya no es la fuerza de trabajo la forma revolucionaria. Ahora, en los nuevos tiempos “la máquina pone fin a la actividad manual artesana como principio normativo de la producción social. De este modo se consiguen dos cosas. Primero desterrar la base técnica en que se apoyaba la afección de por vida al obrero a una función parcial. Segundo derribar los diques que este mismo principio oponía al imperio del capital” (p.301). La creación de las máquinas representa el gran salto donde el capitalista logra que la nueva forma de explotación se base en el instrumento de trabajo y no en la fuerza de trabajo.
Esta conversión, en la cual la herramienta se convirtió en máquina-herramienta no simboliza únicamente la transición de la manufactura a la gran industria, sino el inicio propiamente hablando de la revolución industrial. La máquina-herramienta posee “un mecanismo que, una vez que se le transmite el movimiento adecuado, ejecuta con sus herramientas las mismas operaciones que antes ejecutaba el obrero con otras herramientas semejantes” (p.304) Pero no solamente esto, además, el número de herramientas con las que puede trabajar la máquina supera infinitamente al obrero manual que se encuentra limitado por su condición biológica. Precisamente “esta parte del instrumento manual es la que primero transforma la revolución industrial” (p.305) Y si en un principio esta revolución dejaba a los hombres el papel de fuerza motriz, con el incesante desarrollo de la maquinización el trabajo humano se ve poco a poco sustituido por un motor.
La máquina-herramienta desapareció el elemento subjetivo del trabajo y lo trocó en objetivo y automatizado; al obrero lo convirtió en ser carente de personalidad. En poco tiempo “la gran industria se hizo, además, técnicamente incompatible con su base manual y manufacturera” (p.313) la llegada de la maquinización es la base con la cual el capitalismo se extendió a todo el mundo.
Bibliografia:
K. Marx. El capital, Tomo I
Estado de ánimo: Objetivo
Escuchando: Manuel García – Cada segundo